El origen del castellano.

Para visitar el Monasterio de Suso es necesario hacer la reserva, no se puede visitar por libre, el acceso está prohibido con vehiculo y el aforo se hace bajo reserva al telefono:      941-373082Monasterio-de-Suso1

En los primeros tiempos de la llegada de los visigodos a la Península, se retiró a este lugar apartado y recóndito el anacoreta Aemilianus (Millán), hijo de un pastor y natural de Vergegium, actual Berceo. Aquí vivió como ermitaño, cobijado en una pequeña celda, muriendo a la edad de 101 años y siendo enterrado en una tumba excavada en la roca. Se sabe mucho de su vida porque fue escrita en latín hacia el año 635 por el obispo de Zaragoza llamado Braulio, siendo Gonzalo de Berceo, que se educó en este monasterio, quien tradujo esta biografía del latín a versos en lengua vulgar o romance.

El pequeño monasterio se construyó alrededor de la celda rupestre del ermitaño. En una primera etapa ( Siglo V y principios del VI) se excavan cuevas aprovechando oquedades del terreno, las cuales se distribuyen en dos niveles destinadas a habitaciones, y otras dos a oratorio, donde en la actualidad se sitúan el cenotafio de San Millán y el osario.
Cenobio Visigodo Entre los siglos VI y VII, el cambio de vida eremítica a cenobítica exige la edificación de un edificio para reunirse, siendo esta la primera edificación propiamente dicha, correspondiéndose con los dos compartimentos abovedados que se sitúan más a la derecha según se entra al monasterio existente, de la que se conservan en la actualidad los muros y varios de los arcos visigodos.
Construcción Mozárabe En la primera mitad el S. X y partiendo del cenobio visigodo se construye el monasterio mozárabe, consagrándose en el año 954 por García Sánchez I, primer monarca instalado en Nájera, del que todavía se conserva gran parte de la estructura. A esta etapa corresponde la galería de entrada y la nave principal de la iglesia, construida con bóvedas de estilo califal y arcos de herradura. En el año 1002, Almanzor incendió y destruyó este monasterio, desapareciendo con ello la decoración pictórica y estucos mozárabes.
Ampliación Románica En el año 1030, Sancho III el Mayor con motivo de la santificación de san Millán, se restaura y amplia el monasterio por el oeste añadiéndose dos arcos más de medio punto a los existentes de herradura y se cambia la ubicación del altar que se orienta al este. Por último, en los siglos XI y XII se realizan otras ampliaciones con muros y arcos de medio punto ante las primitivas cuevas del eremitorio.
Descripción del monasterio
Se accede al templo por la puerta de herradura donde todavía se pueden apreciar las huellas del incendio provocado por Almanzor. Antes de continuar adelante hay tres cosas importantes para contemplar:
El aparejo del reverso de dicha puerta de entrada que conserva un núcleo de la obra visigoda cuya puerta de herradura estaba sobrepasada en 1/3. Seguramente en la reconstrucción del S. XI la hicieron sobrepasada en ½.
El decorado del suelo, hecho con cantos rodados grises y ladrillos rojos que forman rosetas y esvásticas. Se conoce este suelo como alfombra del portalejo; es un trabajo mozárabe de principios del S. XI y lo menciona Gonzalo de Berceo en la Vida de Santa Oria, llamándole el portaleio. Describe toda la estancia donde están las tumbas de famosos personajes que se describen a continuación en el punto 3.
A la izquierda de la galería, los sarcófagos de los Los siete infantes de Lara, rodeando a su preceptor, Nuño. También en este atrio se encuentran las tumbas de Tota, Ximena y Elvira, reinas de Navarra, así como del Señor de Cameros Don Tello González. Desde este atrio se contempla una excelente vista del valle de Cárdenas.
Después se entra en el santuario por una puerta que tiene un rústico y arcaico arco sin extradós y sin clave, que denota un rasgo visigodo. Como soportes en los laterales tiene unas columnas gemelas con unos capiteles (parte superior de la columna) muy interesantes.
Frente a esta puerta se ven los tres santuarios que fueron excavados en la roca. La gruta más oriental es probablemente la parte más antigua y se cree que fuera la celda del santo. Se trata del cenobio visigodo, compuesto por una serie de cuevas colocadas en dos pisos unidos por un pozo donde se dice que vivió San Millán hasta su muerte en 574. Fue enterrado aquí mismo, hasta que en 1053 le trasladaron al monasterio de Yuso. En el monasterio de Suso que se está describiendo todavía se conserva la tapa de su tumba, en estilo románico, en donde se representa al Santo en estatua yacente. Es una obra atribuida al mismo autor de la catedral de Santo Domingo de la Calzada en La Rioja.
Los modillones que presenta el edificio son los más lujosos de todas las series conocidas en el tradicional estilo de relocalidad, similares a los de la fachada este de la Mezquita de Córdoba. Es roleos a base de las clásicas esvásticas, rosetas en estrellas de 6 puntas; un apéndice triangular agregado en el centro de la cara frontal, calado y decorado con ruedas solares y triángulos curvilíneos. Puede decirse que se trata aquí de un verdadero ‘barroquismo’ mozárabe que se da en el S. X en La Rioja. La iglesia presenta dos naves.
Orígenes del castellano
Página 72 del Códice Emilianense 60. Se aprecia la glosa en el margen derecho. En noviembre de 1977 se celebró una gran fiesta en el monasterio de San Millán de la Cogolla para celebrar el milenario del nacimiento de la lengua castellana. Autoridades, lingüistas, académicos, todos se dieron cita en aquel lugar donde surgió el primer balbuceo escrito de dicha lengua. En la biblioteca del monasterio dormía durante siglos un códice latino, Aemilianensis 60, en cuyos márgenes un amanuense había escrito unos apuntes (glosas) en lengua romance, en vasco y en un latín que hoy podríamos llamar “macarrónico”; ejemplo de una glosa:
con o ajutorio de nuestro dueno Christo dueno Salbatore qual dueno yet ena honore e qual duenno tienet ela mantatjione con o Patre con o Spiritu Sancto en os sieculos de los sieculos. Traducción de: adiubante Domino nostro Iesu Christo cui est. . . /. . .
Esto sucedía en el S. X, aunque investigaciones recientes aseguran que tal vez fuera ya entrado el S. XI. Este códice 60, que en la actualidad se guarda en la Academia de la Historia, es el que tradicionalmente se conoce como Glosas Emilianenses. Dado que dos de estas glosas están escritas en vasco, podría decirse también que en el monasterio de San Millán tuvo lugar el nacimiento de la lengua vasca escrita.
No obstante, los investigadores riojanos Claudio y Javier García Turza han realizado estudios sobre el códice 46, también encontrado en la biblioteca de Yuso, que aparece fechado, 13 de junio del 964, con lo que fijan todavía más los orígenes del castellano escrito. El códice 46 es un diccionario enciclopédico con más de 20. 000 entradas ordenadas de la A a la Z, en el que las voces romances forman parte no sólo de las anotaciones al margen, sino también de la parte del texto escrito en latín muy contaminado por el habla popular. Este manuscrito recoge el saber popular y aclara numerosas lagunas sobre la alta Edad Media.

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